sábado, 8 de diciembre de 2012

Puro deseo...


Tengo ganas de todo:
de pasar mi mano húmeda
sobre la huella terrosa y manuscrita que dejaste,
de mirar para abajo y contar de a pares 
tus universos de orillas blancas.
Ganas de oírte cual río a lo lejos, 
y sentir como polvo tu voz en las entrañas.
De todo tengo ganas, 
de dibujar un catorce con mis dedos en tu espalda,
de tomar en un puño, la tierra colorada de tu vida.
Con éstas ganas,
quiero hacerle garabatos a tu sombra,
y morirme acribillada por las palabras simples de tu boca.
Deseo cansarme de tu blanco, de tu negro;  
y jugar a un instante de profundidad.
Porque las ganas son así,
hacen doler la razón cuando no te explican las opciones.
Me dan ganas de dividirte por todos lados,
de probar a pintarte con un pincel de tres cerdas,
o ignorarte opcionalmente como una gran cobarde.
Vos, una casa que no es mía;
pero en la que puedo dormir con las puertas abiertas...
si me dan ganas.

(Texto Propio)

martes, 2 de octubre de 2012

Veamos que pasa


Veamos que pasa...
Veamos si tus manos necesitan de las mías, cuando pasen los años.
Veamos si estando juntas en las noches tibias de noviembre, cuando pase el tiempo, sigo oyendo tu respiración sobre mi pecho.
Porque si yo te contara, la cantidad de veces que imaginé una noche eterna contigo, y la seguiré imaginando hasta que el tiempo se acabe...
Porque nunca vas a saber de mi justamente eso...la parte que se trata de vos...
Veamos que pasa...
Veamos si el tiempo reacciona y le dibuja mi cara a tus sueños.
Veamos si entre frase y frase, se te escapa un te quiero.
Porque nada se parece más a la muerte que dejar que te alejes de mí para siempre.
Porque  tu nombre parece echo de azucar, y se diluye en el aire...
Veamos que pasa...
Veamos si regalandote todas las estrellas del cielo logro hacer que te quedes.
Veamos si podés leer en mis ojos los abrazos que tengo callados.
Porque voy a guardar silencio.
Porque jamás hubo tanta ternura en mi risa, como cuando puedo verte.
Veamos si alcanza...
Veamos si soy capaz de mentirte y mostrarte que nada me importa.
Veamos lo cruel que puede ser el amor, al llevarnos por caminos separados.
Porque un sólo gesto de tu parte puede borrar mil años de desgracias.
Porque a veces, cuando estoy sola, me animo a pronunciarte.
Veamos si puedo quedarme sin memoria para no pensarte.
Veamos si puedo apostar mi vida a que nunca vas a enterarte.
Veamos si resisto el dolor de que ésto a vos, ni siquiera te importe.


                (Texto propio)

        

martes, 25 de septiembre de 2012

La lapicera



La lapicera que no faltaba a la verdad,
por todas sus preocupaciones
terminó dentro del lavarropas.
Salió una hora más tarde y la tiraron
al secarropas junto con un par de ‘jeans’ viejos
y una camisa a cuadros.
Los días pasaron y ella permaneció
recostada tranquilamente sobre el escritorio
 que estaba frente a la ventana.
Ella pensaba que estaba totalmente agotada.
Sin convicciones. Sin voluntad.
Una mañana, poco antes del amanecer,
recuperó antiguas fuerzas
y escribió:
‘‘Los campos húmedos duermen
bañados por la luz de la luna’’.
Después de este esfuerzo
se quedó muy quieta,
nuevamente vacía, su utilidad
terminada.

Él la sacudió,
la golpeó sobre la tapa del escritorio.
 La dejó a un lado.
Abandonó las pretensiones de hacerla trabajar
o casi todas.
Sin embargo
ella realizó un nuevo esfuerzo,
apeló a sus últimas reservas.
 Esto es lo que escribió:
‘‘Un viento suave, y más allá del ventanal
los árboles flotan en el dorado aire de la mañana’’.

Él trató de hacerla escribir algo más,
 pero eso fue todo. La lapicera
dejó de escribir, definitivamente.
Él la puso con otras cosas inservibles
en el incinerador.
El tiempo transcurrió, días o meses,
y fue otra lapicera
una que todavía no había demostrado nada
la que con facilidad escribió:
‘‘La oscuridad se posa en las ramas.
Quedate muy quieto, no salgas de la casa,
                                                                   quedate muy quieto...’’



   (Raymond Carver)

sábado, 22 de septiembre de 2012

Tus caricias...


Y tus caricias suelen pasearme por el cuerpo
como aguerridos aviones de combate,
decididas y firmes en la nocturnidad.
Atrayendo la mirada de todos cuando
vuelan alto, o van a la guerra.
Camuflando la intención y disimulando
los escudos...
Así son tus caricias; se aparecen de repente en plena mañana,
cuando vamos en el tercer asiento de un colectivo o a la tardecita,
cuando la luz del día ya se está poniendo el piyama.
Y yo me rindo, se bifurcan mis pretextos,
se esconden mis espinas, huyen mis acentos.
Caricias de emergencia, con luces, parpadeando pedidos. 
Caricias silvestres que gritan pétalos por doquier.
Así son y así las busco:
con sabor a coca cola, floreadas,
con rejas, o claras como un charco recién formado.
Tus caricias me pasean por el cuerpo,
como milenios enteros, forrados en papel araña.
Caben en el hueco de un botón, y a la vez son
inmensas como una galaxia.
Son caricias de llovizna,
son como mariposas posando sus patitas en mi arena.

        (texto propio)

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Aquí están tus recuerdos


Aquí están tus recuerdos:
este leve polvillo de violetas
cayendo inútilmente sobre las olvidadas fechas;
tu nombre,
el persistente nombre que abandonó tu mano entre las piedras;
el árbol familiar, su rumor siempre verde contra el vidrio;
mi infancia, tan cercana,
en el mismo jardín
donde la hierba canta todavía

y donde tantas veces tu cabeza reposaba de pronto junto a mí,
entre los matorrales de la sombra. Todo siempre es igual.
Cuando otra vez llamamos como ahora en el lejano muro:
todo siempre es igual.
Aquí están tus dominios, pálido adolescente:
la húmeda llanura para tus pies furtivos,
la aspereza del cardo, la recordada escarcha del amanecer,
las antiguas leyendas,
la tierra en que nacimos con idéntica niebla sobre el llanto.

-¿Recuerdas la nevada? ¡Hace ya tanto tiempo!
¡Cómo han crecido desde entonces tus cabellos!
Sin embargo, llevas aún sus efímeras flores sobre el pecho
y tu frente se inclina bajo ese mismo cielo
tan deslumbrante y claro
.
¿Por qué habrás de volver acompañado, como un dios a su mundo,
por algún paisaje que he querido?
¿Recuerdas todavía la nevada?

¡Qué sola estará hoy, detrás de las inútiles paredes,
tu morada de hierros y de flores!
Abandonada, su juventud que tiene la forma de tu cuerpo,
extrañará ahora tus silencios demasiado obstinados,
tu piel, tan desolada como un país al que sólo visitaran cenicientos pétalos
después de haber mirado pasar, ¡tanto tiempo!,
la paciencia inacabable de la hormiga entre sus solitarias ruinas.

Espera, espera, corazón mío:
no es el semblante frío de la temida nieve ni el del sueño reciente.
Otra vez, otra vez, corazón mío:
el roce inconfundible de la arena en la verja,
el grito de la abuela,
la misma soledad, la no mentida,
y este largo destino de mirarse las manos hasta envejecer.



(Olga Orozco)


domingo, 16 de septiembre de 2012

Las cosas que no digo


las cosas que no digo
porque no las decís vos
lo que no hago
porque es tu turno
las manos que no tiendo
porque no sé si están las tuyas
del otro lado
(aunque estén)
las veces que no te llamo
porque no oigo tu voz
del otro lado, llamándome
las canciones que no te canto
porque se me desnuda el alma
y quizás tus ojos no la vean
y la dejen ahí, muriendosé de frío
los mensajes que no te mando
ni en botellas ni con palomas
porque te toca a vos, la pelota
está en tu cancha y me quedo
con cosas que no te digo
con sueños que no te cuento
con besos que no te doy
con preguntas que no te hago
porque me da miedo
que no me digas
que no me sueñes
que no me beses
que no respondas
(que no te quedes)


(Cristina Schwab) 


domingo, 9 de septiembre de 2012

La última vez

 


Darío Sztajnszrajber es filósofo. Es docente de la UBA en la materia Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado, dicta clases en FLACSO en Posgrados presenciales y virtuales de las áreas de Comunicación y de Educación, donde además es el Coordinador Académico del Posgrado en Gestión y Política Cultural.
Es el conductor del programa Mentira la verdad, por Canal Encuentro, del cual además es coguionista.
Colaborador del Diario Clarín, la Revista Noticias, y otras publicaciones en medios.

La última vez

¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste? No buscando una respuesta ni encontrando una certeza, sino la última vez que te escapaste de lo cotidiano y te detuviste. No por cansancio ni por desidia, sino porque sí. ¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y dejaste que todo a tu alrededor flotara? Como quien se anima a desconectar las cosas, a quitarles su carácter de utilidad, a sacarlas de la lógica del cálculo. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que no sirviera para nada? Para nada ni para nadie, ya que las servidumbres se presentan de formas muy misteriosas. Algo que no fuese pensado desde la ganancia, el interés o el egoísmo. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo porque sí? No porque te convenía o porque lo necesitabas, o incluso porque lo querías; sino porque sí. O al revés: ¿cuándo fue la última vez que la casualidad hizo con vos algo? No algo productivo, ni profundo, ni siquiera algo en sentido estricto. ¿Cuándo fue la última vez que le diste un abrazo a alguien? No a tus seres queridos ni a personas conocidas, sino a “alguien”, no importa a quien. ¿Cuándo fue la última vez que diste? No importa qué. Un regalo no vale por lo que es, sino que vale en tanto regalo. Un regalo no vale. Un regalo no es. Se da y no vuelve. ¿Cuándo fue la última vez que te abriste? ¿O que no te cerraste? ¿O que demoliste tus puertas? ¿O que dejaste entrar al indigente? ¿O que ese otro irrumpió en vos y te llevó puesto? ¿Cuándo fue la última vez que recordaste? No cuando vence la factura de gas o la fecha del examen, sino que te recordaste como una trama, como una huella, como parte del relato en el que te ves inmerso, como el deseo de querer seguir narrándote. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Simplemente lloraste. De alegría, de tristeza, da igual. Llorar, como quien expresa en ese acto primitivo la existencia viva; como quien solicita, pide, ruega, pero no reclama, ni exige, ni cree merecer.¿Cuándo fue la última vez que te perdiste? No en esta calle o en este trabajo o con este proyecto compartido. Perderse, dejándose llevar por ese acontecimiento imprevisible, dejándolo ser. El mundo está repleto de carteles y señales. El mundo está lleno de héroes que te proponen un formato industrial del ser uno mismo y una carrera exitosa basada en el afianzamiento de lo que sos. No importa qué sos, sino abroquelarte en lo tuyo, o en los tuyos, y sobre todo erigir los muros que hacen del otro y de lo otro algo invisible. Por eso perderse, como quien pasea sin rumbo, o habla con una tortuga, o le pide perdón a un helado por comérselo. Como quien se baja del colectivo para caminar por esas calles extrañas, como quien encuentra una mirada que lo devuelve para adentro y cae en el abismo. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste miedo? No por lo que te pudiera pasar, sino por pensar que tal vez nunca no te pasara nada. ¿Cuándo fue la última vez que preferiste la nada al ser, un olor a un concepto, un insomnio a un ansiolítico, un árbol viejo a un ascensor? ¿Cuándo fue la última vez que te traicionaste, que te animaste, que transgrediste, que te lanzaste, que tuviste un sueño, que creíste, que descreíste, que te arrepentiste, que te afirmaste, que te cuestionaste, que soltaste lo propio y te abriste a la pregunta? ¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste?

         Darío Sztajnszrajber

PD: Para pensar un poco...

jueves, 6 de septiembre de 2012

Lluvia



Éste es un poema de Raúl Gonzalez Tuñón poeta Argentino, nacido en Buenos Aires (1905-1974). Periodista y viajero. Fué uno de los primeros autores que incorporó el lunfardo a la poesía. 

                        LLUVIA

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
     Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
     De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
     De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
     Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
      No habían despertado todavía al amor.
      No sabían nada de nosotros.
      De nuestro secreto.
      Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
      Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
        Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
        Te quiero con toda la furia de la lluvia.
        Te quiero con todos los violines de la lluvia.
        Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
        Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble, pero, tan real, numerosa, pero tan mía.
         Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
         Oh, visitante.
          Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
          Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
          Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
          Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
          Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
          Oh, visitante.
          Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
          Estoy tocado de tu destino.
          Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
          Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
          Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
            La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima, recóndita alegría.
            Estoy tocado de tu destino.
            Oh, lluvia. Oh, generosa.



   PD: espero que les guste!

            

martes, 4 de septiembre de 2012

Jueves extraviado


Eso de llegar nunca a tiempo y siempre al borde...
y mientras que llegas, vas conversando con el eco de tus ganas estampadas en el suelo.
Ellas hacen un oleaje que intenta distraer tu jueves extraviado,
no se alcanza a oir el grito del pasado y
se duerme la hora exacta abrazando la tragedia,
y de repente no sabes,
no sabes de memorias, ni de cuerpos deshojados
ni tampoco de vínculos, y menos de "trazados",
sólo sabes de un dialogo acuoso que bordea la penumbra.
Lo que acompaña tu deseo está en los árboles,
en el color sanguinolento de sus hojas,
en la aventura de escalar intentos y simulacros.
Llegarás nunca al borde y siempre a tiempo a tus propias miserias.
Al apurar tus pasos para zafar de ese falso y cruel devenir que te persigue,
vas a encontrarte con el lugar al que íbas; y por una vez en tu vida,
vas a seguir de largo, para poder seguir conversando 
con el eco plumoso de tus ganas
y liberandote en los acordes de un insolente jueves extraviado.

         (texto propio)

         

viernes, 31 de agosto de 2012


Poema número 16 (Espantapájaros) de Oliverio Girondo:

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.
Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.
Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!
Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...
Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.
Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.
Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.
¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...
¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?
Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.
Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.


            

martes, 21 de agosto de 2012


Tus iniciales son eso...
Un par de túneles, donde al final se alcanza a ver el color de los pastizales porteños.
Un aroma a melón y a mandarina flotando por el aire.
Son dos mundos inclinados uno sobre el otro, con la dulzura atravesandoles los polos.
Porque nombrarte es una cosa, y otra muy distinta llegar hasta tus ojos.
Un par de puñados de gran ciudad, desparramados por la alfombra...
Tus iniciales son eso: un capricho, un desorden, son un último decreto que me toma por sorpresa.
Porque ocupan un lugar, un detrás de algo, que muy bien no sé que es.
Porque primero está eso, una fotografía en sepia de mis propios dolores y unos ciento treinta bares recorridos, contados a fuerza de cafés y letras.
Tus iniciales son eso...
Una furia brillante, que se mete entre las ropas y le hace burla desde lejos a una orgullosa supernova.
Un ofrecimiento justo ahí; a los pies de un colectivo a punto de partir...
Eso son; una pose, una ironía, una promesa.

  (texto propio)

martes, 31 de julio de 2012

Un juego...


En la clase del día lunes 30 de julio, el profe llevó una bolsa llena de objetos por ej: un conector de manguera, un escarbadientes, un prospecto de remedio, un envase de plasticola vacío, un trocito de bolsa, un elastiquín, hojas de árboles de distintos colores... etc etc) Y nos propuso un juego.
El nombre del juego era: "Que sería, si no fuese..."
Teníamos que encontrarle otro sentido y otros usos a esos objetos. Y en base a eso armar una historia.
A mí me tocó en suerte: una hoja seca, un envase de plasticola vacío, y una tirita de 8 por 2 cm de largo de cartulina.

Mi historia es la siguiente: 

Era un planeta lejano, a siete mil años luz de la tierra. Su composición gaseosa hace difícil su localización. Su nombre es: Ceres.
Mientras tanto en tierra, la misión había comenzado.
Todo trascurría ordenadamente en el centro espacial Eris (dependiente de la NASA)
Los pilotos, habían pasado por infinidad de pruebas de resistencia y un entrenamiento agotador que duró meses.
Los ultimos detalles como: revisión de motores de propulsión, carga de combustible y repaso de estructura estaban a punto.
Veinte minutos después las tres astronautas caminaban por la pasarela de abordaje.
El cohete despegó pulverizando hasta la última hoja de la plataforma de lanzamiento.
A poco del despegue, se soltaron los soportes que mantenían en su lugar al módulo de lastre.
El aire en el interior del cubículo de mando era pegajoso, fueron necesarias las máscaras de oxígeno antes de lo previsto.
La misión denominada: "Lost Water" consistía en localizar agua y analizarla antes de llegar a tierra.
Ceres había sido estudiado minuciosamente por geografos e ingenieros y había sido elejido entre 5 planetas, para tal fín.
Se turnaban en la cabina de mando y debían informarse unas a otras novedades, desperfectos, cambio de trayectoria etc etc.
Llevaban seis horas de vuelo y les esperaban cuarenta y ocho horas más.
Repentínamente María, se sintió mal. Su nariz empezó a sangrar y empezó de a poco a perder la conciencia.
Evidentemente su presión corporal no estaba resistiendo aquella hazaña.
Lola, la segunda tripulante, sentía mareos constantemente, y eso hacía que leyera mal los relojes de la cabina.
La nave empezó a descontrolarse.
La última tripulante de la nave, Pepa, comenzó a notar que el maravilloso despegue se había transformado en una pesadilla.
Decidió informar a tierra, para así poder abortar la misión y emprender el regreso.
En la aeroestación, recibieron la información y le dieron detalles de cómo proceder...

CONTINUARÁ...

(tarea de taller- texto propio)


jueves, 26 de julio de 2012

Un poco más del diario del travieso "Papelucho"


Enero 1
La Domitila todavía no se ha muerto. Yo hice una promesa para que
no se muriera y prometí ser santo. Hoy regalé todas mis cosas, porque
para ser santo es necesario regalarlo todo. Todo, menos mi pelota de
fútbol, mi escopeta, mi revólver y otras cosas que necesito. Yo no me
creo santo porque los santos nunca se creen que lo son. Me gustaría que
Javier también fuera santo y me regalara su raqueta. Cuando yo sea
santo, voy a hacer verdaderos milagros y que los pobres tengan aviones
y cosas por el estilo.
4
Hoy es año nuevo, el aniversario del día en que Dios hizo el mundo.
¿Qué día sería antes?
Me cargan los días de fiesta, porque ya son; prefiero el día antes,
porque entonces es "mañana" el día de fiesta.
Sin querer estoy escribiendo mi diario, pero si no escribo, no puedo
dormir con este negocio de la Domitila. También es bueno dejar su
diario cuando uno se muere para que la gente comprenda lo que uno
era por dentro y conozca sus intenciones.
Inventé una oración, y eso que no tengo más que ocho años. La
repartí a todos, porque tiene mil años de indulgencia.
Hoy hubo pollo para el
almuerzo y postre de helados de
fresas, y para la comida, lo que
sobró del almuerzo. Pusieron las
copas finas y una se quebró en mi
asiento. Me gusta que vengan
visitas porque así no hay boche en
las comidas. A mí no me alcanzó
postre, pero no importa, porque
me lo había comido antes.
Ahora que no tengo útiles
para hacer mis experimentos,
tengo que hacerlos con las cosas
de otro. Por eso le pedí a Miguel, el jardinero, que me diera un alicate y
un alambre. Y tuve que regalarle dos corbatas de mi papá. Papá tiene
demasiadas corbatas, y eso es como avaricia, y también hace que
Miguel se ponga comunista.
Resulta que junté los alambres del teléfono con los de la lamparita
del velador de mi mamá. Lo que yo quería era ver si salían luces del
teléfono y voces de la lamparita. Pero nada de eso.
Cuando se hizo de noche, la casa estaba a oscuras y no había a
quién llamar porque era día de fiesta y porque estaba descompuesto el
teléfono. Pero yo saqué como pude mi instalación, y cuando llegó mi
papá cambió los tapones y ¡listo! Ni siquiera hubo alboroto. Siempre es
así: cuando uno cree que se va a armar la grande, no pasa nada.
Parece que se murió la señora de la casa de enfrente y había quince
5
autos en la puerta y dos Mercedes Benz de ocho cilindros.

CONTINUARÁ...

      

miércoles, 18 de julio de 2012




Acercate... pero despacito...
no sea cosa que me tropiece con tus botones y me encuentre con tus ojos...
no vaya a pasarme que me cuelgue de tu nombre y con tu voz, me asome a tus historias...
Acercate, pero poco.
Que sólo unos pocos centímetros puedan hacerse cargo de mis miedos.
Que las palabras que flotan entre silencios, se tranquilicen y se tomen un vaso de agua.
Porque la incógnita se asusta entre tantos malabares.
Quizás tu pulso quede ahí, como dudando,
cómo si desconociera, que para presumir de cercanía
primero hay que intentarlo.
Acercate...
dame la posibilidad de regalarte más de lo mismo,
y mirarme la punta de los zapatos.
Porque si a vos se te olvida, yo te lo recuerdo...
que no se puede hacer como que uno va,
manteniendose en el sitio.
El frío del piso nos llegará a las rodillas,
mientras un silencioso reloj, empieza a contar de nuevo.
Y sí, sólo queda que te acerques... que lo hagas,
para que veas, que también se puede "absolutamente nada".

(Texto propio)

martes, 17 de julio de 2012

Iré posteando algunos fragmentos de la magnífica escritora chilena Marcela Paz y su creación "Papelucho".
Obras que tuve la suerte de conocer cuando fuí niña, gracias a la iniciativa de mi madre. 



Lo que sucede es terrible. Muy terrible y anoche me
he pasado la noche sin dormir pensando en esto. Es
de aquellas cosas que no se pueden contar porque no
salen por la boca. Y yo sé que mientras no la haya
contado no podré dormir. Le pregunté a la Domitila
qué hacía ella cuando tema un secreto terrible. -Se lo
cuento a otra -me contesto. -Pero, ¿si es algo que no
se puede contar a nadie?
—Entonces lo escribo en una carta.
—Tú no entiendes nada —le dije—. Es algo que no puede saberlo
nadie.
—Entonces, escríbaselo a nadie —me dijo, y soltó la risa. Otra vez
es de noche y ya debería estar durmiendo. Pensando en lo que dijo la
Domitila, he decidido escribirle a "nadie", como ella dice, y que es lo que
otros llaman su "diario". Cuando esté escrito, me habré librado de seguir
pensando.
Yo tenía en mi laboratorio un frasco con un invento. Era hecho de
muchas cosas y, entre otras, tenía dos cajas de cabezas de fósforos,
Rinso, miel de abeja, un poco de aceite, crema para la cara y pólvora.
La idea mía era ver lo que resultaba y por eso hice con él un sándwich
para algún ratón goloso.
Lo dejé sobre mi velador, pero cuando volví, no estaba. Y la
Domitila me dijo que se lo había
comido. Naturalmente que a ella no
podía decirle yo que estaba
envenenada. Pero le pregunté qué
haría si supiera que se iba a morir.
—Me daría una vuelta de
carnero —dijo— porque la muerte es
la felicidad del pobre.
—¿Y qué otra cosa más harías?
—Me daría una fiesta y gastaría
mil pesos en comer...
—Toma —le dije—. Te doy lo de
mi alcancía (treinta y dos pesos)
Cómete algo bueno, pero sería
mejor que te confesaras.
Me miró con cara de lagartija y me preguntó:
—¿Por qué cree que me voy a morir?
—Porque la muerte viene cuando menos se piensa —le contesté y
me encerré en mi cuarto a pensar. Pensé que tal vez sería bueno que
ella tomara un purgante, pero después pensé que sería peor. Pensé que
debería decirle lo que le pasaba y pensé después que a lo peor se moría
del corazón. Porque no hay seguridad de que se muera del veneno.
Es claro que, si se muere, yo deberé entregarme a la policía. Le
escribiré una carta a mis padres y después me entregaré y cuando
cumpla mi condena ya no seré culpable.
En la cárcel puedo estudiar para ser inventor, porque tendré toda
mi vida libre para eso. Y, tal vez, cuando invente lo que habré de
inventar, me absuelvan y todo.
Este pensamiento me pone más tranquilo. Pero lo terrible es estar
esperando que suceda la muerte. Es decir, que a ratos me dan ganas
que se muera pronto para arreglar mis cosas de una vez.
A la hora del té, la encontré pálida y sentí frío en el estómago. Le
pregunté qué tenía y ella soltó la risa.
—Parece que usté se está enfermando de la cabeza —me dijo—. A
cada rato me pregunta unas cosas... Y me mira con unos ojos... —y se
rió otra vez. Es una suerte que la Domitila no tenga hijos y ella dice que
no le hará falta a nadie. Eso es muy tranquilizador.
Ahora se me quiere ocurrir que no es cierto que se haya comido el
sandwich y que me ha engañado. Quiero pensar que, como es tan
mentirosa, me ha mentido otra vez. Con este pensamiento creo que
podré dormir.

             

jueves, 5 de julio de 2012

Selección de poemas de Roberto Juarroz (1925 - 1995), poeta argentino. Docente de La Sorbona (Francia) y miembro de la Academia Argentina de letras. Su obra ha merecido premios internacionales y ha sido traducida a muchos idiomas. 


El fondo de las cosas no es la vida o la muerte.
Me lo prueban
el aire que se descalza en los pájaros,
un tejado de ausencias que acomoda el silencio
y esta mirada mía que se da vuelta en el fondo,
como todas las cosas se dan vuelta cuando acaban.
Y también me lo prueba
mi niñez que era pan anterior a la harina,
mi niñez que sabía
que hay humos que descienden.
voces con las que nadie habla,
papeles donde el hombre está inmóvil.
El fondo de las cosas no es la muerte o la vida.
El fondo es otra cosa
que alguna vez sale a la orilla.
El fondo de las cosas no es la vida o la muerte.
Me lo prueban
el aire que se descalza en los pájaros,
un tejado de ausencias que acomoda el silencio
y esta mirada mía que se da vuelta en el fondo,
como todas las cosas se dan vuelta cuando acaban.
Y también me lo prueba
mi niñez que era pan anterior a la harina,
mi niñez que sabía
que hay humos que descienden.
voces con las que nadie habla,
papeles donde el hombre está inmóvil.
El fondo de las cosas no es la muerte o la vida.
El fondo es otra cosa
que alguna vez sale a la orilla.

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¿Cómo amar lo imperfecto,
si escuchamos a través de las cosas
cómo nos llama lo perfecto?
¿Cómo alcanzar a seguir
en la caída o el fracaso de las cosas
la huella de lo que no cae ni fracasa?
Quizá debamos aprender que lo imperfecto
es otra forma de la perfección:
la forma que la perfección asume
para poder ser amada.

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Hemos amado juntos tantas cosas
que es difícil amarlas separados.
Parece que se hubieran alejado de pronto
o que el amor fuera una hormiga
escalando los declives del cielo.
Hemos vivido juntos tanto abismo
que sin ti todo parece superficie,
órbita de simulacros que resbalan,
tensión sin extensiones,
vigilancia de cuerpos sin presencia.
Hemos andado tanto sin movernos
que los viajes ahora se descuelgan
como abrigos inútiles.
Movimiento y quietud se han desunido
como grados de dos temperaturas.
Hemos perdido juntos tanta nada
que el hábito persiste y se da vuelta
y ahora todo es ganancia de la nada.
El tiempo se convierte en antitiempo
porque ya no lo piensas.
Hemos callado y hablado tanto juntos
que hasta callar y hablar son dos traiciones,
dos sustancias sin justificación,
dos sustitutos.
Lo hemos buscado todo,
lo hemos hallado todo,
lo hemos dejado todo.
Únicamente no nos dieron tiempo
para encontrar el ojo de tu muerte,
aunque fuera también para dejarlo.

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Cuando se apaga la última lámpara
no sólo se apaga algo mayor que la luz:
también se enciende la sombra.
Debería haber sin embargo lámparas
que sirvieran exclusivamente
para encender la sombra.
¿No hay acaso miradas para no ver,
vidas nada más que para morir
y amores sólo para el olvido?
Hay por lo menos ciertas tinieblas predilectas
que merecen su propia lámpara de oscuridad.

domingo, 1 de julio de 2012


Poema de Rubén Darío (1867- 1916), cuyo verdadero nombre es: Félix Rubén García Sarmiento. Escritor nicaragüense, máximo representante del Modernismo literario.




NOCTURNO
Los que auscultasteis el corazón de la noche,
los que por el insomnio tenaz habéis oído
el cerrar de una puerta, el resonar de un coche
lejano, un eco vago, un ligero ruido...

En los instantes del silencio misterioso,
cuando surgen de su prisión los olvidados,
en la hora de los muertos, en la hora del reposo,
sabréis leer estos versos de amargor impregnados...

Como en un vaso vierto en ellos mis dolores
de lejanos recuerdos y desgracias funestas,
y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores,
y el duelo de mi corazón, triste de fiestas.

y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido,
la pérdida del reino que estaba para mí,
el pensar que un instante pude no haber nacido,
¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací!

Todo esto viene en medio del silencio profundo
en que la noche envuelve la terrena ilusión,
y siento como un eco del corazón del mundo
que penetra y conmueve mi propio corazón.
up.gif (987 bytes)


                                                               

jueves, 28 de junio de 2012

De nada sirve...



De nada sirve limpiar tu recuerdo con cenizas,
si la poesía caerá vertical sobre tus ojos.
De nada sirve liquidar el día dentro mío,
si no vas a ver en la penumbra todo el frío.
De nada sirve que fracture tu piel en agonías,
si la mudez nos convoca a un mismo rito.
De nada sirve...
Sólo niebla y boca se conjuran,
sólo azul profundo tu vestigio,
sólo un surco de horas al dormirse.
De nada sirve...
tu temblor pequeño inalcanzable,
tu encuentro inverosímil entre huesos,
tu aire verde cayendose al descuido.
De nada sirve...

(texto propio)

martes, 26 de junio de 2012

Dentro de una historia...



Mi casa es un caos. Debo ordenar montones de ropa que he traído del lavadero y dedicarme un poco a la restauración al menos parcial de las puertas de entrada, lustrarlas de nuevo, pintar con barniz marino la pared del frente, cortarle un poco las ramas a la palmera que se está adueñando de toda la entrada…
Ante todo, el día no ayuda, hace mucho frío y prefiero prepararme un café aguado como a mí me gusta, encender las estufas y sentarme a leer uno de los tantos libros que he comenzado.
Del libro que elijo, llevo varias páginas leídas ya y cada vez que retomo, me subo a la Ford Explorer color champagne de una médica rural apodada RJ, amante de la jardinería, de las piedras corazón y que ha hecho de su profesión un estilo de vida.
El café no me hace mucho efecto; mis dolores son insoportables, y los analgésicos pueden hacer poco y nada.
Faltan sólo horas para mi operación, y todo parece marchar en cámara lenta.
-          Si te parece bien, me llevaré a tu hija Sarah a un viajecito de un par de días, David. Invito yo. Sólo chicas. Dice RJ.
-          Bueno está bien, no hay ningún problema.
-          Veremos películas en el cine, iremos de restaurantes, y miraremos vidrieras, planeó RJ.
Cuando RJ pasó a recogerla por la casa de troncos, Sarah estaba demasiado contenta.
Llevaba un holgado conjunto de dos piezas por recomendación de RJ, quién le había explicado que sólo tendría que desnudarse de la cintura para abajo.
El viaje fue tranquilo, y una vez llegaron a la clínica, RJ permaneció con Sarah para cumplimentar los trámites preliminares y la ayudó a rellenar los papeles de ingreso.
Me había levantado a las 5 ésa mañana, después de una noche casi sin dormir.
Mis padres nos pasaron a buscar a mí y a ésta buena amiga que decidió acompañarme para llevarme a la clínica. 
Al llegar, debimos esperar porque había una mujer joven de unos 40 años, y una chica de unos 18 delante de nosotros.
La mujer tenía el rostro preocupado, se notaba el miedo en sus miradas.
Unos minutos después, llegó mi turno para firmar el acta de admisión de la clínica.
Apareció una enfermera con una silla de ruedas para trasladarme al segundo piso.
Cuando entro, saludo a la chica que ocupaba la otra cama, que por cierto tenía cara de pocos amigos, y acomodo mis cosas lo mejor que puedo.
La mujer que la acompañaba, charló conmigo amablemente e intentó tranquilizarme muy a su manera. Entendí que venían de lejos, y que era todo nuevo para la chica a la que estaba acompañando.
Le pregunté si era su hija, me dijo que no. Que era la hija de un amigo muy muy especial. Le pregunté el nombre de la chica y me dijo: Sarah. Y el suyo, pregunté: RJ, respondió.
A la media hora, nos trasladan  a la chica y a mí en camilla a la misma sala de procedimientos.
Veo por el rabillo del ojo que a ésta chica la acomodan en una camilla, con los pies en los estribos, para comenzarle a practicar un aborto, haciéndole la inserción de un alga laminaria, que dentro de un rato se hincharía y provocaría la muerte del feto.  
A mí, me colocan una vía y me hacen preguntas acerca de mi peso. Supongo que es para la anestesia.
Alcanzo a hacerle una seña, con el pulgar hacia arriba, antes de que se la lleven al quirófano.
A mí me llevaron unos minutos después. No sé cuanto tiempo pasó, y de repente
escucho una voz, que me dice: Carina, estás bien? La operación terminó.
Intento abrir los ojos, pero me es imposible. Para mí pasaron varios minutos y
cuando puedo más o menos despertarme y recuperar la conciencia, siento que alguien me ha tomado la mano.
Escucho que una mujer me dice: Tranquila, tu mamá ha ido a comprar unos remedios, ya viene, te voy a cuidar mientras tanto. ¿Te acordás de mí? Mi nombre es RJ.
El timbre de la puerta me trae a la realidad de golpe. Ha quedado un poco de café aguado en la taza, y el día sigue frío. Una vecina despistada pidiéndome una herramienta para su jardín… Se la busco, se la entrego, promete devolvérmela la próxima vez que… y veo que junta algunas cosas y también mi herramienta y sube todo a una especie de camioneta, presto más atención y le veo una patente extraña, y la marca del vehículo es Ford Explorer de color champagne…



Pd: Texto de producción propia. Tarea de taller literario.


                                  

domingo, 24 de junio de 2012


Poema de Oliverio Girondo, nació en Buenos Aires en 1891 y murió en 1967, sus poemas fueron leídos en la película "El lado oscuro del corazón" en la cual participó también Mario benedetti.


TESTIMONIAL

Allí están,
allí estaban
las trashumantes nubes,
la fácil desnudez del arroyo,
la voz de la madera,
los trigales ardientes,
la amistad apacible de las piedras.

Allí la sal,
los juncos que se bañan,
el melodioso sueño de los sauces,
el trino de los astros,
de los grillos,
la luna recostada sobre el césped,
el horizonte azul,
¡el horizonte!
con sus briosos tordillos por el aire...

¡Pero no!
Nos sedujo lo infecto,
la opinión clamorosa de las cloacas,
los vibrantes eructos de onda corta,
el pasional engrudo
las circuncisas lenguas de cemento,
los poetas de moco enternecido,
los vocablos,
las sombras sin remedio.

Y aquí estamos:
exangües,
más pálidos que nunca;
como tibios pescados corrompidos
por tanto mercader y ruido muerto;
como mustias acelgas digeridas
por la preocupación y la dispepsia;
como resumideros ululantes
que toman el tranvía
y bostezan
y sudan
sobre el carbón, la cal, las telarañas;
como erectos ombligos con pelusa
que se rascan las piernas y sonríen,
bajo los cielorrasos
y las mesas de luz
y los felpudos;
llenos de iniquidad y de lagañas,
llenos de hiel y tics a contrapelo,
de histrionismos madeja,
yarará,
mosca muerta;
con el cráneo repleto de aserrín escupido,
con las venas Pobladas de alacranes filtrables,
Con los ojos rodeados de pantanosas costas
y paisajes de arena,
nada más que de arena.

Escoria entumecida de enquistados complejos
y cascarrientos labios
que se olvida del sexo en todas partes,
que confunde el amor con el masaje,
la poesía con la congoja acidulada,
los misales con los libros de caja.

Desolados engendros del azar y el hastío,
con la carne exprimida
por los bancos de estuco y tripas de oro,
por los dedos cubiertos de insaciables ventosas,
por caducos gargajos de cuello almidonado,
por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la adulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,
a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,
ante las barbas próceres,
o verdes redomones de bronce que no mean,
ante las multitudes
que desde un sexto piso
podrán semejarse a caviar envasado,
aunque de cerca apestan:
a sudor sometido,
a cama trasnochada,
a sacrificio inútil,
a rencor estancado,
a pis en cuarentena,
a rata muerta.